Relato de Matty.
Pequeños
poquitos.
La tarde
despertaba resplandeciente en el umbral de una noche estrellada que
parecía venir mientras que el reflejo de unos pocos rayos de luz
sobre el agua asomaba para enseñar a una joven de pálida tez y de
apariencia tan frágil como la flor de un ciruelo contando paso a
paso la cicatriz dejada sobre la arena. Mantenía un paso cargado de
música mientras era llevada y acompañada por una refrescante brisa
veraniega. A su lado, junto a sus huellas, yacía otro par pintado
sobre la corrediza manta nacarada. El
viento mecía las bellas verde-azuladas que acariciaban sus delicados
pies al llegar a la orilla. Había transitado lo que parecía ser un
largo camino, volteando su vista atrás, aquella pequeña punta
llamada “La Pedrera” se veía casi minúscula, escasamente
alumbrada por dos o tres ventanas que se iban encendiendo con el paso
de las horas y a medida que la noche iba pisando tierra firme. De sus
pisadas ya no quedaba alguna pues la marea las había borrado
permitiéndole continuar al par vecino. ¿Era aquello un indicio de
algo? ¿Era a caso el paso del tiempo capaz de borrar las más
profundas y feas pisadas del pasado así como el mar lo había hecho
con las marcas en la arena?
Cesó el ritmo para descansar
en un montón de escombros que le impedían continuar, que no le
dejaban llegar al puerto. Una barrera... un obstáculo más en su
vida. Una vida cargada de promesas y desafíos que pocos había
logrado cumplir y tantos otros que había abandonado en el más vasto
rincón de su enajenado pensamiento. Su mente disparaba flashes donde
a través del cielo pasaban escenas de su vida, pero Ume trató de
concentrarse en aquella única cosa que había llamado su completa
atención, el par de huellas junto a las suyas. ¿Por qué estarían
allí?, pero más importante aún, ¿por qué permanecían aún?, ¿no
era la marea capaz de llegar a ellas y arrastrarlas hasta lo profundo
así como lo había hecho con algunas suyas? Una inmensa soledad
rodeó sus brazos sobre ella y no más que un mar comenzó a trazar
sendero desde su pequeño lagrimar hasta la comisura de sus delgados
labios. No tenía nadie a su lado quien pudiera abrazarla y
sostenerla. No tenía a quien hacerle sonreír o a quién provocarle
nostalgia de buenos capítulos de vidas pasadas. Su libro permanecía
con innumerables historias negras más que blancas. Las gotas que
comenzaron a caer y se unieron con su llanto, cubrieron su
sufrimiento mientras las nubes cegaban la vista al centenar de
estrellas que habían comenzado a brillar en la temprana noche. El
agua se sentía tan cálida como el abrazo jamás obtenido, fue la
compañía más importante de aquel momento, pero para cuando abrió
sus ojos una vez más, aquel par vecino había desaparecido. La
lluvia se debilitó hasta apagarse y llegar a su fin, dejando solo un
manto de arena tan llano y perfectamente liso como una hoja blanca
aún sin escribir.
-‘Podría ser que
necesite un nuevo comienzo, debería escribir un libro nuevo, uno
donde las páginas blancas se tiñan de interesantes colores, formas
y texturas, uno donde yo no sea la única protagonista. Una historia
donde no esté completamente sola y que así como este par de huellas
forjó y guió mis pasos, pueda dibujar la persona autora de las
mismas. Esa aguja de un pajar tan difícil de encontrar pero tan
preciada una vez que se obtiene que me haga ser incapaz de dejarle
partir. Una persona amiga que esté a mi lado.’- afirmó
en su pensamiento y con el gran coraje y fuerza interior que poseía,
dejó de ver hacía atrás volteando su mirada hacia el puerto. El
resplandor de las luces brillaba tanto como las estrellas, la
refracción de la luna llena iluminaba el lugar complementación
perfecta para un nuevo empezar. Un gran impulso le llegó desde lo
más profundo de su corazón y escaló aquel ejército de piedras
unidas unas con otras, llegó a las rejas y encontró un pequeño
hueco por donde pasar. Arrastró su cuerpo rasgando parte de su
vestido con pequeños hilos de alambre oxidado y consiguiendo
atravesarlo, dio un salto de alegría junto a un suspiro que quitaría
su aliento y tendería su cuerpo sobre el asfalto de la terminal
portuaria.
-‘Lo
he logrado, he dado el primer paso.’-
susurraba algo fatigosa mientras trataba de recuperar fuerzas sin
quitar sus ojos de la inmensa vía láctea. Uno de sus brazos se
extendió hacia lo alto y señaló un nuevo camino –‘He
visto nuevos caminos’- dijo
para sí trazando el recorrido de la ruta de las estrellas con su
dedo índice. Inhaló oxigeno abundante, expulsó el carbono sobrante
y volvió a ponerse de pie. Sus pasos esta vez no dejarían una
simple huella, sino que comenzarían a trazar rutas y consigo una
vida. Una dirección que permitía ver un futuro más claro y un
presente seguro con ideas y formas más instaladas. –‘Aunque
no te pueda ver, aunque no estés físicamente conmigo puedo sentirte
amiga, recibo tu apoyo y sé que mientras tu estés pensando en mí y
me recuerdes, yo estaré haciendo lo mismo por ti. Nuestra amistad
algún día nos guiará hasta un futuro cercano donde podamos
conocernos y estar tan cerca una de otra que haremos de nuestra
amistad algo eterno. Mientras esperaré por ti.’- afloraba
cada pensamiento en minúsculas palabras que salientes de entre sus
labios querrían alcanzar los oídos de alguien más. Trazaba
pincelada tras pincelada su sendero al muelle.
Un barco parecía haber
estado esperando por ella. Ella llegó y como suaves danzas de
pétalos sobre una nube liviana y pasajera, posó su pie derecho en
el barco. Todo su alrededor fue testigo de aquel gran inicio, donde
una pequeña joven con gran fuerza interior zarpó en el más en
búsqueda de aquel vinculo eterno, amistad; de trazar un comienzo
resplandeciente lleno de color. –‘Oye,
quién me esté escuchando… ¿y qué tal estaría poder chocar con
el amor? No sería más oportuno para completar ese triángulo
hermoso de eterna felicidad, ¿cierto?’-
preguntó a sí misma con total confianza de poder alcanzar las
primeras metas de su primer gran libro. –‘Esto
será una promesa que cumpliré, seré feliz. Esta vez lo seré’-
Otros vientos soplaban esta
vez, otras mareas tendría que atravesar pero teniendo siempre un
objetivo claro podrá superarlas para seguir escribiendo la novela de
su vida, creando recuerdos inmemorables e inolvidables y viviendo
oportunidad de juntar cada pieza del rompecabezas final.
Libro en blanco - Página
inicial:
-‘Si
algo he aprendido en la vida es que uno no vive de su historia, de
una memoria o un pasado...
sino de lo que hace con él para seguir adelante
y
crear un nuevo camino.
Enterrarse
en un pasado no sirve, y vivir en un drama o victimización continúa
aborrecen el hecho de la existencia... es demigrarse a uno mismo....
humillarse.
Es
caer en lo más bajo que puede conciderar a una persona, demostrar un
espacio vacío, un flaqueo, permitirse caer, rendirse es no quererse
a uno mismo.
Mostrar
signos de debilidad es dar una guerra por acabada, entregarse a la
muerte misma sin haber hecho algo a cambio. Haber desperdiciado la
vida, desaprovechado, incluso haberla rechazado.
Por eso hoy, y ahora es momento de vivir.’-
[Ume es la flor del ciruelo
cuyo significado eso: “mantén la promesa”]
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