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sábado, 29 de septiembre de 2012

Relatos enviados para el Concurso Aniversario 5

Relato de Matty.

Pequeños poquitos.
La tarde despertaba resplandeciente en el umbral de una noche estrellada que parecía venir mientras que el reflejo de unos pocos rayos de luz sobre el agua asomaba para enseñar a una joven de pálida tez y de apariencia tan frágil como la flor de un ciruelo contando paso a paso la cicatriz dejada sobre la arena. Mantenía un paso cargado de música mientras era llevada y acompañada por una refrescante brisa veraniega. A su lado, junto a sus huellas, yacía otro par pintado sobre la corrediza manta nacarada. El viento mecía las bellas verde-azuladas que acariciaban sus delicados pies al llegar a la orilla. Había transitado lo que parecía ser un largo camino, volteando su vista atrás, aquella pequeña punta llamada “La Pedrera” se veía casi minúscula, escasamente alumbrada por dos o tres ventanas que se iban encendiendo con el paso de las horas y a medida que la noche iba pisando tierra firme. De sus pisadas ya no quedaba alguna pues la marea las había borrado permitiéndole continuar al par vecino. ¿Era aquello un indicio de algo? ¿Era a caso el paso del tiempo capaz de borrar las más profundas y feas pisadas del pasado así como el mar lo había hecho con las marcas en la arena?

Cesó el ritmo para descansar en un montón de escombros que le impedían continuar, que no le dejaban llegar al puerto. Una barrera... un obstáculo más en su vida. Una vida cargada de promesas y desafíos que pocos había logrado cumplir y tantos otros que había abandonado en el más vasto rincón de su enajenado pensamiento. Su mente disparaba flashes donde a través del cielo pasaban escenas de su vida, pero Ume trató de concentrarse en aquella única cosa que había llamado su completa atención, el par de huellas junto a las suyas. ¿Por qué estarían allí?, pero más importante aún, ¿por qué permanecían aún?, ¿no era la marea capaz de llegar a ellas y arrastrarlas hasta lo profundo así como lo había hecho con algunas suyas? Una inmensa soledad rodeó sus brazos sobre ella y no más que un mar comenzó a trazar sendero desde su pequeño lagrimar hasta la comisura de sus delgados labios. No tenía nadie a su lado quien pudiera abrazarla y sostenerla. No tenía a quien hacerle sonreír o a quién provocarle nostalgia de buenos capítulos de vidas pasadas. Su libro permanecía con innumerables historias negras más que blancas. Las gotas que comenzaron a caer y se unieron con su llanto, cubrieron su sufrimiento mientras las nubes cegaban la vista al centenar de estrellas que habían comenzado a brillar en la temprana noche. El agua se sentía tan cálida como el abrazo jamás obtenido, fue la compañía más importante de aquel momento, pero para cuando abrió sus ojos una vez más, aquel par vecino había desaparecido. La lluvia se debilitó hasta apagarse y llegar a su fin, dejando solo un manto de arena tan llano y perfectamente liso como una hoja blanca aún sin escribir.

-‘Podría ser que necesite un nuevo comienzo, debería escribir un libro nuevo, uno donde las páginas blancas se tiñan de interesantes colores, formas y texturas, uno donde yo no sea la única protagonista. Una historia donde no esté completamente sola y que así como este par de huellas forjó y guió mis pasos, pueda dibujar la persona autora de las mismas. Esa aguja de un pajar tan difícil de encontrar pero tan preciada una vez que se obtiene que me haga ser incapaz de dejarle partir. Una persona amiga que esté a mi lado.’- afirmó en su pensamiento y con el gran coraje y fuerza interior que poseía, dejó de ver hacía atrás volteando su mirada hacia el puerto. El resplandor de las luces brillaba tanto como las estrellas, la refracción de la luna llena iluminaba el lugar complementación perfecta para un nuevo empezar. Un gran impulso le llegó desde lo más profundo de su corazón y escaló aquel ejército de piedras unidas unas con otras, llegó a las rejas y encontró un pequeño hueco por donde pasar. Arrastró su cuerpo rasgando parte de su vestido con pequeños hilos de alambre oxidado y consiguiendo atravesarlo, dio un salto de alegría junto a un suspiro que quitaría su aliento y tendería su cuerpo sobre el asfalto de la terminal portuaria.

-‘Lo he logrado, he dado el primer paso.’- susurraba algo fatigosa mientras trataba de recuperar fuerzas sin quitar sus ojos de la inmensa vía láctea. Uno de sus brazos se extendió hacia lo alto y señaló un nuevo camino –‘He visto nuevos caminos’- dijo para sí trazando el recorrido de la ruta de las estrellas con su dedo índice. Inhaló oxigeno abundante, expulsó el carbono sobrante y volvió a ponerse de pie. Sus pasos esta vez no dejarían una simple huella, sino que comenzarían a trazar rutas y consigo una vida. Una dirección que permitía ver un futuro más claro y un presente seguro con ideas y formas más instaladas. –‘Aunque no te pueda ver, aunque no estés físicamente conmigo puedo sentirte amiga, recibo tu apoyo y sé que mientras tu estés pensando en mí y me recuerdes, yo estaré haciendo lo mismo por ti. Nuestra amistad algún día nos guiará hasta un futuro cercano donde podamos conocernos y estar tan cerca una de otra que haremos de nuestra amistad algo eterno. Mientras esperaré por ti.’- afloraba cada pensamiento en minúsculas palabras que salientes de entre sus labios querrían alcanzar los oídos de alguien más. Trazaba pincelada tras pincelada su sendero al muelle.

Un barco parecía haber estado esperando por ella. Ella llegó y como suaves danzas de pétalos sobre una nube liviana y pasajera, posó su pie derecho en el barco. Todo su alrededor fue testigo de aquel gran inicio, donde una pequeña joven con gran fuerza interior zarpó en el más en búsqueda de aquel vinculo eterno, amistad; de trazar un comienzo resplandeciente lleno de color. –‘Oye, quién me esté escuchando… ¿y qué tal estaría poder chocar con el amor? No sería más oportuno para completar ese triángulo hermoso de eterna felicidad, ¿cierto?’- preguntó a sí misma con total confianza de poder alcanzar las primeras metas de su primer gran libro. –‘Esto será una promesa que cumpliré, seré feliz. Esta vez lo seré’-

Otros vientos soplaban esta vez, otras mareas tendría que atravesar pero teniendo siempre un objetivo claro podrá superarlas para seguir escribiendo la novela de su vida, creando recuerdos inmemorables e inolvidables y viviendo oportunidad de juntar cada pieza del rompecabezas final.






Libro en blanco - Página inicial:

-‘Si algo he aprendido en la vida es que uno no vive de su historia, de una memoria o un pasado... sino de lo que hace con él para seguir adelante y crear un nuevo camino.
Enterrarse en un pasado no sirve, y vivir en un drama o victimización continúa aborrecen el hecho de la existencia... es demigrarse a uno mismo.... humillarse.
Es caer en lo más bajo que puede conciderar a una persona, demostrar un espacio vacío, un flaqueo, permitirse caer, rendirse es no quererse a uno mismo.
Mostrar signos de debilidad es dar una guerra por acabada, entregarse a la muerte misma sin haber hecho algo a cambio. Haber desperdiciado la vida, desaprovechado, incluso haberla rechazado. Por eso hoy, y ahora es momento de vivir.’-


[Ume es la flor del ciruelo cuyo significado eso: “mantén la promesa”]

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